15/5/12

La Argentina ha resuelto darse un gobierno Nacional, Popular y Democrático


El día de hoy se cumplen exactamente nueve años de la editorial del diario La Nación, firmada por el Sr. Escribano, en la que con tono amenazante, diez días antes de que Néstor Kirchner asuma su primer mandato, nos aseguraba que “la situación es tal que vale la pena registrarla: la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”.

Bien podría asociarse este tan pifiado pronóstico sobre el futuro de nuestro pueblo con la inauguración de una serie interminable de editoriales, operaciones de prensa y titulares matutinos que desde el 25 de mayo del 2003 nos llueve diariamente, intentando tercamente convencer a los argentinos de que todo va a salir mal.

Sin embargo, nos parece más interesante recordarla por otros motivos.

Lo que se supo tiempo después fue que Néstor había recibido al Sr. Escribano quien le quiso plantear 5 condicionamientos, suponiendo que el nuevo gobierno resultaría tan genuflexo como los anteriores:

1. Que la Argentina se subordine a los Estados Unidos.

2. Que no haya más revisiones sobre la lucha contra la subversión.

3. Que reciba a “los empresarios”.

4. Que se aísle a Cuba.

5. Que se lleve “tranquilidad” a las fuerzas del orden con medidas excepcionales de seguridad.

¡Ja!

Así confesaba abiertamente el Sr. Escribano cómo, a través de su diario, las corporaciones condicionaban a la democracia.

En aquella editorial, el diario La Nación, estaba muy decepcionado por un discurso que Néstor había dado mientras Menem se bajaba del ballotagge, con la cobarde intención de debilitar al gobierno a punto de asumir. En realidad, al señor Escribano le había molestado que Néstor dijera cosas como estas:

“Resultaría una ingenuidad política y un reduccionismo inaceptable no advertir que el eventual retiro de la fórmula por parte del ex presidente del proceso de ballottage es absolutamente funcional a los intereses de grupos y sectores del poder económico que se beneficiaron con privilegios inadmisibles durante la década pasada, al amparo de un modelo de especulación financiera y subordinación política”.

“No he llegado hasta aquí para pactar con el pasado, ni para que todo termine en un mero acuerdo de cúpulas dirigenciales. No voy a ser presa de las corporaciones. Tenga el pueblo argentino la certeza de que quien les habla está decidido a dar vuelta la página de la historia y comenzar a construir junto a ustedes un país diferente, con mucha humildad, pero con muchas y muy firmes convicciones, con esperanza y con optimismo.

“Tenemos la fuerza de aquellos que nos incorporamos a la política porque este país creíamos que se podía cambiar. Tenemos la fuerza y la decisión de aquellos que llegaron a la política, no por un marketing artístico o demás, sino por convicciones, convicciones políticas, ideológicas y doctrinarias de un país distinto. Y esas convicciones no las voy a dejar en nombre del pragmatismo en la puerta de entrada de la Casa Rosada”.

La respuesta de Néstor a estos planteos fue justamente la clave para, no solo durar más que un año, sino para inaugurar una nueva época para el pueblo argentino.

Las palabras de Néstor se trasformaron en hechos concretos inmediatamente, en la línea contraria a lo que La Nación, Clarín y todos sus voceros siguen insistiendo.

1. Estableció una política realmente soberana, defendiendo nuestros intereses, independientemente del poder de los países y organismos que intentan subordinar a los países en desarrollo.

2. Juicio y castigo a todos los represores de la dictadura cívico-militar y a sus cómplices.

3. Fortaleció el mercado interno y defendió la industria nacional generando una nueva generación de empresarios cuyos intereses están vinculados al desarrollo del conjunto de la economía y eliminó los privilegios de los sectores concentrados de la economía.

4. Trabajó sin descanso por la integración política, económica y social de todos los países de la Patria Grande.

5. Le prohibió a las fuerzas de seguridad de reprimir la protesta social y estableció una fuerte política de renovación y democratización de la policía federal y de las fuerzas armadas.

Dos modelos totalmente opuestos.

Por un lado, el que el Sr. Escribano y el Sr. Magneto le impusieron al pueblo a través de golpes de estado o condicionando a los politiqueros sumisos de turno.

Por otro, el proyecto de país nacional, popular y democrático que empezó con Néstor y ahora se profundiza con Cristina. Que es respaldado activamente por un pueblo despierto, alegre y movilizado; que defiende el interés nacional por sobre el corporativo con coraje y convicciones; que amplía constantemente la frontera de derechos sociales y las libertades civiles para el conjunto del pueblo, especialmente para los más humildes.

Ni Néstor ni Cristina necesitaron que un Escribano o un Magneto le hagan una lista tan detallada del camino que no debíamos seguir. Las banderas de justicia social, soberanía política e independencia económica fueron levantadas a través de varias generaciones y siempre existieron “clarines” y “lanaciones” que se opusieron. Desde la lucha por la independencia hace doscientos años, pasando por las montoneras federales, los obreros explotados y marginados del primer centenario de la patria, la lucha por el voto universal, secreto y obligatorio, la dignidad de los trabajadores durante el gobierno de Perón y Evita, la heroica resistencia a las dictaduras posteriores, la generación del setenta, tan comprometida con ideales de cambio y justicia y la conmovedora e incansable lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Por eso, a nueve años de aquella triste editorial que le daba tan poca vida a un proyecto que más que nueve, lleva más de doscientos años, queremos recordarla para tener presente que ahí andan todavía estos oscuros personajes y sobre todo para ratificar nuestro compromiso con nuestra patria y por los cuarenta millones que la habitamos.

Por Néstor y con Cristina. Con mucha alegría y con fuertes convicciones.

Unidos y Organizados.